LA
MASCULINIDAD DESDE LA PERSPECTIVA DE LOS HOMBRES DE LIMA METROPOLITANA
–PROYECTO MACHO
THE SEX FROM THE PERSPECTIVE
OF THE MEN OF LIMA-MALE PROJECT
RESUMEN
Se realizó un trabajo cualitativo fenomenológico, con la finalidad de determinar la percepción de Masculinidad desde la perspectiva de los hombres de Lima Metropolitana. Para ello se realizaron grupos focales y entrevistas en profundidad, realizándose un total de 6 grupos focales y 10 entrevistas en profundidad semi-estructuradas, considerando la selección de los participantes. Las grabaciones de los grupos focales y las entrevistas, se transcribieron a Word, y se realizó un análisis cualitativo con codificación a posteriori y construcción de nodos.
Se encuentra como resultados que la definición de la masculinidad, es el ser responsable de la familia, el protector y el proveedor por excelencia. Además se da, la definición biológica-orgánica del hombre en base a la naturaleza de los órganos genitales, justificando la inequidad de género por la diferencia bio-psico social. Los entrevistados estuvieron a favor de plantear la necesidad de la igualdad de responsabilidades; eso basado en la frecuente necesidad de compartir el rol proveedor con la pareja y en muchos casos también con los hijos. El discurso de la igualdad de oportunidades alude más bien a la competencia de los hombres y mujeres en el espacio público, laboral y profesional donde, no obstante los progresos, se mantienen todavía grandes inequidades de género.
El análisis de la masculinidad hegemónica, permitió identificar el discurso común en cuanto a que las masculinidades en nuestro medio están basadas en actitudes de dominio y autoritarismo. Asimismo, la construcción de la identidad masculina, pasa por experiencias de violencia y la obligación de ejercer la sexualidad heterosexual como una característica obligatoria y natural para los hombres. La mayor preocupación con respecto al machismo tiene que ver con los roles asignados desde el espacio privado, la reproducción de los estereotipos de género al interior de la familia y la escuela, siendo las mujeres (madres y educadoras) las principales responsables en educar a futuros hombres y mujeres machistas.
Al analizar los roles de género en el contexto de una sociedad con rasgos patriarcales donde evidentemente es más importante ser hombre que ser mujer, los hombres expresaron su superioridad, en primer lugar, en términos de la fortaleza física, el poder y la superioridad para alcanzar los puestos de mayor jerarquía en el espacio laboral. El análisis del caso en el que la mujer consigue un mejor salario que el hombre, provocó una reacción general de aceptación y conveniencia de todos los hombres entrevistados. Sin embargo surge la reacción de algunos hombres en cuanto a la competencia con las mujeres en el espacio público; la libertad y el poder que otorga el mayor ingreso económico.
ABSTRACT
The phenomenological, with the purpose to determine Masculinity's perception from
the men's perspective of Lima Metropolitan accomplished a qualitative job
itself. For it focal groups and interviews came true in depth, coming true a
total of 6 focal groups and 10 interviews in depth structured, considering all-comers's selection. The recordings of focal groups and
interviews, transcribed him to Word, and a qualitative analysis with encoding
came true a posterior and construction of nodes.
He meets like results than the definition of
masculinity; he is the family's responsible being, the protector and the
supplier par excellence. Besides it takes place, the man's biological organic
definition on the basis of the nature of genitals, justifying the inequity of
kind for the difference bio social psycho. The interviewees were for presenting
the need of the equality of responsibilities; that based in frequent her need
to share the purveying role with the couple and in many instances also with
children. The discourse of equal employment opportunity refers rather to
the men's competition and women in the public, labour space and professional
where, regardless of progresses, the inequities of kind keep still big.
The analysis of hegemonic masculinity, it permitted
identifying the common discourse that masculinities in our means are based as
to in attitudes of dominion and authoritarianism. In like manner, the
construction of the masculine identity, raisin for experiences of violence and
the obligation to exercise the heterosexual sexuality like an obligatory
characteristic and native for the men. The bigger worry regarding male chauvinism
has to do with role sets from the private space, the reproduction of the
stereotypes of kind to the inside of the family and the school, being the women
( mothers and educators ) the principal responsible in educating future men and
macho women.
When the man that to be woman, the men expressed his
superiority, in the first place, in terms of the physical fortress, to analyze
the roles of kind in the context of a society with patriarchal features where
evidently it is more important to be the proxy and superiority to attain the
jobs of bigger hierarchy in the labour space. The appropriate analysis
that the woman gets a better salary in than the man, he provoked a general
reaction of acceptance and all of the interviewed men's convenience. However the reaction of some men as to the competition with women
in the public space happens; Freedom and the power that grants the bigger
entrance cheap to run.
INTRODUCCIÓN
Tradicionalmente, cuando se ha intentado relacionar a los hombres con el proceso de la reproducción, se ha vinculado su participación fundamentalmente con el resultado en el nivel de fecundidad, o circunscribiéndolos al nivel de uso de métodos anticonceptivos masculinos y/o al grado de acuerdo con el uso de métodos femeninos. Este enfoque no ha sido capaz de problematizar el sentido que adquiere para los mismos varones y las mujeres la participación masculina en un proceso reproductivo más amplio (1).
La situación de subordinación de la mujer -expresada en desigualdad, opresión, y diferentes formas de violencia- ha justificado plenamente tanto el rol desplegado por el movimiento feminista como la inversión y el énfasis en los programas y proyectos de salud reproductiva. Sin embargo, existe hoy en día un enfoque complementario que aboga por un concepto más integral, considerando la participación de los hombres y la necesidad de mirar a esta otra mitad de la población como sujetos de derechos.
Fue en la Conferencia sobre Población y Desarrollo (CIPD), celebrada en el Cairo en 1994, donde se establecieron, por primera vez, políticas claras acerca de la participación de los hombres en los asuntos de salud sexual y reproductiva. Haciendo énfasis en la equidad de género, se señaló que la buena salud de la reproducción es el derecho de todas las personas, sean hombres o mujeres, a compartir la responsabilidad en cuestiones de reproducción.
En el contexto nacional, el INPPARES-Promueve Salud y Desarrollo, a través del Proyecto MACHO, propone estrategias para comprender, atender e involucrar a los hombres en salud sexual y reproductiva. Con un lapso de ejecución hasta Junio del 2009, este proyecto tiene como propósito incrementar la participación de los hombres en la salud sexual y reproductiva fortaleciendo alianzas para promover una masculinidad saludable y relaciones equitativas de género en Lima Metropolitana.
El componente cualitativo del estudio de base del Proyecto MACHO, pretende ser un referente explicativo de las masculinidades en Lima metropolitana. Para ello toma en cuenta aspectos como la edad, la condición socioeconómica, el nivel educativo y otras variables que contribuyan a definir y entender la existencia de una masculinidad tradicional; recogiendo, a su vez, propuestas para la construcción de una masculinidad inclusiva y equitativa.
Esta publicación está dirigida a quienes toman las decisiones en el campo de la salud sexual y reproductiva, a los y las profesionales, investigadores, y activistas del Estado, de las organizaciones de la sociedad civil y de la comunidad de donantes. Pretende servir como una herramienta conceptual que ayude a comprender el concepto relacional de género, y considerar la necesidad de volver la mirada hacia los hombres. Valorando la igualdad de género como referente de una verdadera democracia, se busca romper la inercia de las posiciones radicales, de confrontación mujeres vs. hombres para concebir también a los hombres como sujetos de derechos en la sexualidad y la reproducción; contribuyendo, así, al cambio necesario para el logro de relaciones más humanas.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó un trabajo cualitativo fenomenológico, en el que se realizaron grupos focales y entrevistas en profundidad, con participantes varones, cuyos criterios de selección para la conformación de los grupos focales estuvieron determinados fundamentalmente por el grado de instrucción y la edad, realizándose un total de 6 grupos focales.
Asimismo se realizaron 10 entrevistas en profundidad semi-estructuradas, considerando la selección de los participantes.
Las grabaciones de los grupos focales y las entrevistas, se transcribieron a Word, y se realizó un análisis cualitativo con codificación a posteriori y construcción de nodos.
RESULTADOS
Los resultados que reporta la presente investigación, muestra desde diferentes perspectivas la masculinidad, algunas son el resultado del impacto del proyecto, en un contexto aprendido, mientras que otros tienen una perspectiva más personal.
Construcción de la Masculinidad:
Existieron diversas opiniones respecto a la construcción de la masculinidad, en que los hombres entrevistados refieren que es ser varón, en este sentido un entrevistado reportó que “…que ser varón por ejemplo era no llorar …y… un determinado día a la semana especialmente los sábados después del trabajo, es ponerse a tomar con los amigos y al día siguiente tener un hobbie por ejemplo las apuestas a los caballos … no habría presencia del varón en la casa básicamente el estaba en la calle... por ejemplo era llegar y exigirle a la madre de los niños, presionarla cocine a tal hora, tenga la ropa dispuesta , bien planchada bien lavada … ósea ordenar ¿no? (Varón mayor de 40 maños).
Otra expresión que reafirma la construcción de la masculinidad desde un enfoque culturalmente machista la refiere otro entrevistado “…si ves cómo es tu papá , cómo es tu mamá y tú dices ahh yo me parezco más a mi papá, tengo que hacer lo que hace mi papá, qué hace mi papá? , sale a trabajar, se comporta como un varón como debe ser, no se pone faldas, o sea desde lo mínimo, desde uno chiquito uno va mirando y dice...ah mira el hombre no se pone faldas se pone pantalones , el hombre…no se… depende de lo que uno ve en la casa .. o sea de verdad tiene razón…” (Menor de 20 años)
Masculinidad es, en efecto definida como no-feminidad. En la oposición semiótica de masculinidad-feminidad, la masculinidad es el término inadvertido, el lugar de autoridad simbólica. El falo es la propiedad significativa y la feminidad es simbólicamente definida por la carencia.
Otra Expresión, que aborda otro aspecto de la construcción de la masculinidad, se refiere a la homosexualidad “...Por ejemplo es recontra común joderse de maricón y eso es medir…o sea hasta acá llego hasta acá soy hombre...o definir... o me identifico con ser maricón o no me identifico con ser maricón … no solo en ese sentido sino también en prácticas que nos identifican a los hombres…no sé...como el fútbol, la chela , no sé cualquier cosa…es definirte constantemente y luchar cómo te defines también…” (Menos de 20 años). Sin embargo, la masculinidad es asumida como una condición a conquistar, con mucha dificultad, y no como condición natural derivada de la anatomía del macho en la especie humana. Si bien las mujeres también son obligadas a ser “femeninas”, la condición masculina está siempre en duda, necesita reafirmase social y personalmente con frecuencia.
Dentro del marco del estudio realizado, la diferencia de género por la asunción de roles sociales y culturales fue el argumento más importante entre los hombres que no alcanzaron educación superior, y que, en general, se caracterizaron por proceder de estratos socio-económicos medio o bajo.
Una de las opiniones referente a la función del varón se refiere a: “…Ser hombre tiene que ver con la responsabilidad, creo que la característica de ser hombre es que va por la de ser la protección… Como también tener un hijo... Ser padre…” (Hombre de entre 20-40)
En contraste, los hombres de los grupos que alcanzaron educación superior argumentaron la diferencia de género bio-psico-social, Por ejemplo “…Supongo que ser hombre es por que nació con los órganos sexuales masculinos...Y bueno luego que nació con eso te quedas marcado y (…) es diferente a ser mujer...” (Hombre 15-20). Otra opinión se refiere a “…Supongo que responde a las cuestiones de genes. Porque genéticamente a esa condición natural y tengo que conformarme como tal debido a mi sexualidad supongo...”(Varón 19 años)
Cuando fueron interrogados sobre el significado de la masculinidad, las respuestas revelaron dos conceptos predominantes relacionados al hecho de ser hombre: el “rol proveedor” y el “ser responsable de la familia”. Ambas definiciones son las más frecuentes en el grupo de hombres con educación básica independientemente de la edad. Sin embargo, llama la atención el acuerdo unánime en cuanto a “La igualdad de responsabilidades”.
Una opinión refiere lo siguiente “…Creo que ambos, tanto hombre y mujer cumplen los mismos roles. Ahora una mujer puede cumplir roles familiares, como cabeza de familia por decirlo así, de ser madre soltera… cumple la doble función, creo que en ese punto tanto ambos… el hombre y la mujer…” (33 años). Otra opinión refiere algo similar “…Sí son iguales porque la mujer también trabaja, el hombre también trabaja, por más que la mujer no trabaje, pero la mujer sigue en la casa, hace más que el hombre en la casa…” (15-20 años). Incluso algunas opiniones destacan la capacidad de la mujer “…responsabilidades cumplen casi lo mismo, tienen los mismos derechos, pero si hasta pueden superar al hombre creo, antes había una sociedad machista que decía que los hombres lo hacían todo pero las mujeres le daban para el hogar nomás, pero ¡en verdad las mujeres si tienen un gran logro!...”(15-20 años)
El discurso de la igualdad de oportunidades, surge como consecuencia justa de esa igualdad de responsabilidades aceptada por todos los hombres entrevistados, siendo los participantes con educación superior los interlocutores y defensores de esta propuesta:
“…Me refiero claro está a la cuestión de oportunidades en cuestión de condicionamiento o posibilidades más que nada ante la sociedad no en cuestiones de genes…”(19 años). Otra opinión refiere “…Ah! en ese sentido sí lo creo, pero o sea natural o sea naturalmente no, no somos personas iguales pero yo creo que ambos debemos, podemos tener el mismo tipo de oportunidades...” (20 años). Otro entrevistado reporta “…se habla de la igualdad de género justamente porque somos diferentes, se busaca la igualdad porque la mujer ha estado relegada desde el siglo XX ha sido el siglo de la mujer pero... por todos estos factores fisiológico que menciona el hombre ha estado al mando del hogar y ahora último se está tratando de equiparar las cosas porque como dicen las diferencias son meramente biológicas y no tiene que ver con el intelecto…”(15-20 años)
Otra expresión es algo diferente “….somos diferentes en muchos aspectos, porque el hombre tiene cierto tipo… una manera diferente de ver la vida, y sirve para cosas fuertes, para cosas más rudas; en cambio la mujer es la que alegre a la existencia, es más sensible, tiene virtudes que el hombre no tiene y el hombre tiene virtudes que la mujer no tiene. Somos diferentes…" (49 años.). Otra opinión similar destaca las potencialidades del varón “…Es asumir un rol que te tocó...y a uno le gusta ser hombre o en lo particular a mí me gusta ser hombre, le veo más ventajas ser hombre que ser mujer...no soy machista pero sí le veo más ventajas ser hombre a ser mujer...” (15-20 años).
Las definiciones normativas reconocen estas diferencias y ofrecen un modelo de masculinidad: cómo es que los hombres deberían ser. Precisamente, la teoría de los roles sexuales trata la masculinidad como una norma social para la conducta de los hombres. Al respecto un entrevistado refiere “…Respecto a lo de la masculinidad de uno, bueno comencé a los 16 años a tener relaciones sexuales con prostitutas, cuando vine a Lima ya tuve pareja, y bueno ahora tengo 4 hijos…” (40-60 años). De forma similar “…yo pienso en la igualdad de la mujer en cuanto a oportunidades de desenvolverse en el trabajo, en el mundo, en cualquier cosa pero en sí son distintos totalmente, en cómo piensa el hombre, en su sexualidad, en aproximarse a alguien, cómo se desenvuelven, creo que eso es algo muy importante… la igualdad es en oportunidades, eso creo que lo tengo claro pero de ahí soy hombre y soy muy distinto a una mujer, cómo hago las cosas, cómo me aproximo a una mujer, cómo me aproximo a un pata, cómo tomo, qué quiero hacer…”(20-40 años)
La virilidad se coloca en posición de dominación y de poder, confrontando las relaciones con “otros, consigo mismo y con el mundo a través de la distancia y la diferenciación por vía negativa (de lo femenino)”. Vale la pena aclarar que esta diferenciación no se da exclusivamente en la subjetividad de los varones, sino dentro de un marco cultural y social de actuación mucho más amplio que legitima la diferencia. En este sentido, el estudio identifica las siguientes expresiones ante la interrogante de cómo sintieron que se hicieron hombres: “…A punta de golpes, patadas y todo lo demás. En la vida siempre hay eso, y eso es una ayuda… eso no es algo malo, es algo bueno…”(49 años). Otra expresión coincide “…a un hombre se le cría como dijeron hace un momento para que sea más duro ante la vida…como que se le dice los hombres no lloran y ese tipo de cosas y a las mujeres como que es diferente….Como que les permiten desarrollarse más en su sensibilidad…se fuerte, si te golpeas párate rápido…para formarse duros ante la vida también…”(20-40 años)
Masculinidad Hegemónica:
Un discurso refiere sobre el machismo: “…yo siendo macho, aproveché de mi sexualidad para abusar a distintas mujeres no? yo lo entiendo así no....porque yo nunca voy a decir ... soy macho ... o sea soy macho y puedo tener tantas mujeres ...o sea, como se refiere la canción: tal vez la canción sea bonita pero esa expresión es mal porque prácticamente estamos diciendo yo le hago la mujer lo que me da la gana y después la boto y es como decir… que las mujeres son descartables, no es cierto, pero a la mujer también se le respeta…” (40-60 años)
Ventajas fisiológicas de ser hombre y no mujer
La primera identificación de los niños es con los cuerpos masculinos. Este proceso marca su pertenencia al mundo masculino y su necesidad de convertirse y adoptar las actitudes propias de otros cuerpos masculinos. Entonces, es en la observación del cuerpo masculino que descubren su principal característica: la fuerza física y los músculos. El hombre se percibe físicamente más poderoso que las mujeres y las niñas y los niños. La hombría, por su parte, se vincula a la vitalidad (capacidad para trabajar), al respeto y/o admiración por parte de los demás, a la fuerza y el coraje (valentía). Estas dos cualidades, además del interés “natural” por las mujeres, constituyen las características “naturales” de los hombres.
“…me siento más cómodo, más tranquilo siendo hombre que siendo mujer porque de hecho es fastidioso para una mujer estar cada mes esperando con su toalla de plástico toda chucky, molesta, renegando, no puede salir…es más si sale a algún lado por ejemplo, como tú debes saber también en turismo…tú viajas a muchos lugares y la gran cantidad de restaurantes, hoteles, discotecas, no tienen ni un baño decente, me imagino pobrecitas…”(20-40 años)
Por otro lado, para analizar con propiedad la concepción de masculinidad, era también necesario conocer la valoración de la mujer. Cuando el grupo fue interrogado acerca de una conocida cumbia popular (cuya letra celebra la bendición de nacer varón), los resultados mostraron puntos de vista divergentes. Los hombres con instrucción superior manifestaron un doble discurso al respecto: primero, exaltan y subliman la maternidad, pero a la vez festejan la suerte de haber nacido ¨machos.¨
En el grupo de hombres con educación superior, independientemente de la edad, la aceptación del machismo no es explícita. Los hombres interrogados alegaron no ser representativos de su grupo ya que, en general a pesar de intentar no ser machistas, la corriente y la tendencia son muy fuertes.
En general, los hombres con menor nivel de educación -tanto los jóvenes como los mayores de 40 años-, afirmaron la importancia de la educación para enfrentar el machismo: Por ejemplo un participante afirma “…Yo creo que el machista es ...que el hombre es todo no? entonces yo creo que depende de la cultura de uno mismo, yo pienso que el que es más inculto es más machista, es lo que yo pienso no sé ... Yo creo que está cambiando a mi parecer ... Ya no es como antes ... Yo creo que la sociedad sí está cambiando…” (40-60 años)
Otro hace referencia a la ley de cuotas “…Por ejemplo en la misma ley que se ha dado cuota para elegir tantos miembros femeninos en el parlamento, en las elecciones municipales aunque si bien es cierto le damos una oportunidad a las mujeres…” (40-60 años).
En el estudio fueron los hombres mayores de 20 años con educación superior, quienes identificaron a las mujeres como uno de los actores determinantes del machismo. Por ejemplo un participante afirmó “…Básicamente de mujeres, las mujeres son los que hacen los machos...” (40-60 años). Otro varón refirió “…Yo recuerdo que mi madre me preparaba la comida, me lavaba la ropa, la comida me la tenia lista, me hacia todo y de alguna manera ella me estaba formando como una persona machista, y probablemente a mi esposa también paso lo inverso...” (40-60 años). Lo reafirma otro entrevistado “…Si nosotros somos criados en una sociedad machista, nosotros ya somos machistas, porque ves a las mujeres de tu entorno, tienes una madre que a su vez también ha sido criada por una familia machista de repente de una u otra forma, su abuela, su tía, su mamá o sus hermanos, entonces nosotros somos producto de una sociedad machista...” (40-60 años).
El tema de la educación y la cultura fue de gran importancia cuando se analizaron los factores condicionantes del machismo. Se indagó sobre la forma de enfrentarlo para lograr relaciones de género más equitativas entre hombres y mujeres.
También surgió el tema de la alteración de los roles de género en estratos socio-económicos bajos, donde la lucha por la supervivencia permite -u obliga- que la mujer incursione el espacio público adoptando el rol proveedor (ya sea en forma complementaria o principal). En este último caso, se produce un desequilibrio en las relaciones convencionales de poder y dependencia económica, originando enfrentamientos que eventualmente pueden dar origen a la violencia de género.
Un ejemplo de ello lo refiere un entrevistado “…si usted por ejemplo se va a una zona marginal, donde las personas trabajan y ganan un sueldo modesto, sin embargo la esposa tiene su negocio, donde puede ganar mucho más, si culturalmente no esta preparada…Estoy seguro que ahí vienen los problemas porque lamentablemente cuando no hay cultura las cosas se van a derivar... Tú que traes a la casa te va decir, esto hay que verlo desde el rol que desempeña cada uno, a nivel cultural, en que entorno... yo estoy convencido de que la primera revolución que hay que hacerse es la cultural…” (40-60 años)
La aceptación de la existencia de machismo es universal para todos los participantes en los grupos focales y las entrevistas. Sin embargo, en cuanto a la valoración de esta situación y el pronóstico en cuanto a la posibilidad de enfrentar o cambiar esta ideología de género, se identificaron variantes que merecen ser analizadas.
Para los hombres con educación superior la mayor preocupación con respecto al machismo tiene que ver con los roles asignados desde el espacio privado en el seno de la familia. La reproducción de los estereotipos de género tiene como una de sus fuentes fundamentales a las madres y educadoras, responsables de la educación de los hombres y mujeres machistas. En cuanto a la forma de enfrentarlo, siendo un problema cultural y por lo tanto estructural, el cambio es percibido a través de una revolución cultural, a largo plazo. Un ejemplo “…Yo creo que ninguno de nosotros logre ver una sociedad que no sea machista, tal vez nuestros tataranietos…” (20-40 años)
Por su parte, el grupo de hombres con educación básica escolar criticó la educación sexista, opinando que el machismo se da sobretodo en los espacios públicos. Ya que identificaron el machismo con la baja instrucción, consideran básica la educación y la cultura; están de acuerdo con la legislación a favor de la mujer y se mostraron optimistas respecto a un cambio a largo plazo.
También se pudo apreciar discursos optimistas en cuanto a la creciente participación de la mujer en los cargos claves y con poder de decisión. Esto es señal, para algunos, de que el machismo ya esta siendo superado. Un ejemplo de ello lo refiere un integrante “…Vemos claramente que a través de las noticias, periódicos, vemos no solamente en países subdesarrollados, en países avanzados, en países superpotencias... hay mujeres que están tomando el mando, entonces yo creo que el machismo ya fue...” (40-60 años,)
Vale la pena resaltar la falta de reconocimiento de la legislación a favor de la participación política de la mujer en los hombres con educación superior. Probablemente sea por una situación de rivalidad y competencia en los espacios laborales y políticos; apreciación inexistente entre los hombres con educación básica, quienes por el contrario hablan de la igualdad de responsabilidades y de la necesidad de compartir las responsabilidades económicas -inclusive los roles domésticos- como estrategia para enfrentar la crisis económica.
Frente a la necesidad de cambiar los estereotipos machistas (entre los cuales está la división sexual del trabajo), los hombres con educación superior y mejor situación socio-económica señalan la necesidad de un cambio desde las mismas mujeres.
Ahora bien, la situación de los roles de género en la familia de clase baja o de la población urbano-marginal, muestra, en efecto, la veracidad de dicho postulado. En las familias cuya situación económica obliga a compartir los roles domésticos -y el rol proveedor-, la igualdad de responsabilidades no es una opción sino una exigencia. Es por ello seria pertinente investigar las relaciones de género en el mundo rural y cómo estas influyen en los hombres procedentes de diferentes contextos sociales y culturales, que han migrado a Lima.
Asimismo aparece el tema de las políticas públicas para generar el cambio en el largo plazo: Ejemplo “…Me parece a mí, de las políticas que imparten los gobiernos entonces si yo realmente pretendo, a largo plazo, digamos, que esta sociedad cambie pues…precisamente las políticas educativas tienen que ver en las que se hable de alguna u otra forma temas de género, o sea de un momento dado en la educación. Entonces los futuros adolescentes o jóvenes ya van a ver una cuestión mucho más asequible las cuestiones de género como una cuestión de conocimiento y de verdad que se inicie un cambio…pero ahora yo lo veo difícil realmente. (20-40 años)
A propósito de la necesidad de cambiar las políticas públicas, uno de los participantes del grupo de hombres de 40-60 años (con educación superior) comenta el tema del caso de la cadete mujer que fue retirada de la institución por embarazo: “…Entonces a mí sí me parece machismo, cuando… si es una mujer es cadete y queda embarazada no va poder cumplir con las actividades físicas que tiene en su preparación, pero después de haber terminando el proceso tranquilamente ella puede regresar y complementar, no podrá terminar con esa promoción , terminará con otra, por que ella también esta interesada en cumplir los créditos que ella ha optado por escoger, entonces machismo seria el bloquear, el impedir con la culminación de su carrera…”(40-60 años)
Se señaló además la necesidad de promover el cambio individual, antes que el colectivo, para garantizar el cambio a favor de las relaciones más justas. Al respecto un participante refirió que “…Las masas no cambian por masas sino se cambian por individuos, individualmente; entonces aquí la idea es individualmente la gente tome conciencia…”.(49 años)
Roles de Género:
Como hemos mencionado anteriormente, otra de las interrogantes clave para el análisis de los roles de género consiste en determinar quién tiene el poder: el hombre o la mujer. Las diversas reacciones y respuestas en los diferentes grupos focales apuntaron a definir el poder de los hombres desde el punto de vista biológico; siempre relacionado a la capacidad para asumir roles que demanden fortaleza física y posiciones laborales de mayor jerarquía. Una expresión confirma esto, “…No, no pienso por qué. Yo pienso que los dos tienen diferentes tipos de poder, mientras que el hombre tiene poder en la fuerza, la mujer tiene poder en… Eso también es poder…” (49 años)
Otra opinión refiere “…Ahorita sí, los hombres son más poderosos. Si cuando lees un periódico y abres… multimillonarios, ejecutivos. La mayoría en el Perú son hombres poderosos, en (el diario) “La República” por ejemplo, los hombres son los más poderosos, me imagino que habrán más poderosas, pero allí no se ve…” (33 años).
Otro participante manifiesta “…Yo creo que es lo contrario que las mujeres son más fuertes porque a mi punto de vista la mujer es más fuerte en cuanto el poder social me refiero, este digamos para conseguir un trabajo si tu pides una entrevistas de trabajo un tipo se va con un tiempo algo simple en cambio la mujer es más arreglada mucho más coqueta, tú sabes que al jefe se le convence por la vista, es por eso que es más fuerte en ese sentido…” (21 años)
En el grupo de adultos jóvenes, el reconocimiento de la igualdad de méritos y potencialidades de las mujeres en el espacio público, fue explícito. Sin embargo, la discriminación por la jerarquía de género –expresada en un menor salario para las mujeres que ocupan puestos de igual responsabilidad - fue evidente.
Al indagar sobre el tema de la participación de la mujer en diversos espacios/roles en la sociedad, fueron evidentes dos posturas: la primera, argumenta que la incursión de las mujeres en el espacio público responde al derecho que tienen como personas a elegir libremente el tipo de trabajo o función que desean realizar; la segunda, propone la necesidad de complementar el rol proveedor del hombre. Cabe resaltar que en el último caso se trata, frecuentemente, de contextos de pobreza en los que la situación económica permite la búsqueda de igualdad de oportunidades de las mujeres en el espacio público. En otras palabras, la necesidad económica impulsa esta igualdad de deberes y derechos en el ámbito laboral, es casi una exigencia para salir adelante como familia.
Es interesante destacar la opinión de los hombres de 15 a 20 años con educación universitaria: aceptan la inequidad de género, los roles y estereotipos de género a partir del reconocimiento de las competencias naturales de hombres y mujeres para ciertas funciones. Esto lo afirma “…yo creo que el hombre tiene ciertas ventajas … por ejemplo el hombre maneja mucho mejor que la mujer…y es cierto por que es un factor…bueno así es…risas)...así es…no, no, no, es cierto… es comprobado que el hombre .mide mejor las cosas… y la mujer tiene un sexto sentido…y hay que aceptar eso la mujer es mejor intuyendo…la mejor administradora es la mujer , o sea la mujer administra mejor…es mas sensata…en cambio tú le das plata a la mujer y uno mismo se da cuenta es como se estira la plata, de algún modo...” (15-20 años). Otro refiere que “…Esta bien… una mujer policía yo la veo que es mejor que un policía hombre (15-20 años).
Lamentablemente el tema de la incursión de las mujeres en el mercado laboral y la búsqueda de igualdad de oportunidades no se ha reflejado en un cambio en la redistribución de los roles domésticos y de sobrevivencia familiar. Asimismo, los hombres adultos jóvenes, con instrucción superior, reconocieron la sobrecarga de las mujeres que asumen los múltiples roles como una cualidad distintiva del género: las mujeres son más trabajadoras y sacrificadas. Por ejemplo se refiere que “…muchas mujeres son las más trabajadoras, ahora la mujer tiene una capacidad distinta al hombre de sacrificio porque puede salir a trabajar y hacer las cosas en la casa, atender a los hijos, de hecho nuestra sociedad es un poco conservadora y la mujer de hecho tiene toda la oportunidad, no le falta nada para hacer lo mismo que hacen los hombres…”(20-40, años)
Por lo tanto, la competencia en el espacio laboral -que discrimina doblemente a la mujer (primero, por ser mujer; y luego en la usual competencia profesional)- demanda un mayor esfuerzo de ellas para mantenerse en este espacio. Ejemplo “…Están ganando campo las que se merecen, ganarlo las que son capaces no porque quieran que se yo este decir no se le va a regalar nada a nadie que lo que tenga sea lo que se merezca…(21 años).
En cuanto a la jerarquía de género y la valoración del trabajo doméstico, el comentario de uno de los participantes del grupo de adultos jóvenes con mejor acceso a espacios laborales rentables y actualmente de moda, fue muy interesante.
En el mismo sentido, este mismo grupo expresó la discriminación de las mujeres en algunas profesiones que son tradicionalmente asumidas por los hombres; como es el caso de los cirujanos en medicina.
Respecto a como se sentirían los varones si su pareja ganara más dinero, a esta interrogante la respuesta fue unánime, tanto en los grupos como en las entrevistas semi estructuradas, fue de favorable aceptación. Por ejemplo un entrevistado refiere “…Para mí no hay problema, no hay inconveniente, cosa que así podremos compartir mucho mejor los gastos de la casa…” (21 años). Otro manifiesta “…No me sentiría disminuido, trataría de superar eso o al menos sino superarla equipararla…” (51 años).
Asimismo se hizo explicita la amenaza que significa (para la masculinidad hegemónica) que las mujeres accedan a salarios mayores que los de sus parejas. Un ejemplo “…Yo creo que sí es una amenaza de la masculinidad tradicional, o sea que la gente…tal vez tú no pienses así pero de hecho sí van a haber patas que al escuchar eso de la presión social….claro a mí no me importaría pero pasa…de hecho sucede…o sea hay gente que le incomoda o le incomodaría…” (15-20 años).
Otro refiere que “…Uno se sentiría mal porque tu esposa tiene un cargo más que el hombre, pero siempre se comparte los mismo, no porque tú ganas más tú menos, al contrario si tú ganas más compartimos iguales , yo me sentiría orgulloso porque me está dando ese ejemplo no? O sea se ha superado más que yo, comparte más los gastos…” (40-60 años).
Sin embargo, surge nuevamente el doble discurso en tanto existe preocupación o incomodidad por el qué dirán (en caso las mujeres ganen más que los hombres). Por ejemplo, refieren “…Bueno yo digo que…este por parte de uno este podría ser lo más lindo porque ustedes lo vean que su pareja lo apoyen, ustedes no saben lo que se habla afuera normalmente… afuera este entre las mujeres cuando unas dicen que una gana más agarran y dicen que eres un mantenido, ese es un pordiosero está viviendo de ti, de tu plata…”(15-20 años)
Finalmente, en uno de los grupos se expresó la total disconformidad con la posibilidad de que las mujeres laboren fuera de la casa, aludiendo a la intrascendencia de su aporte si no se trataba de cargos de jefatura o con muy buena remuneración. Al respecto un participante refiere “…el ganar más trae otros problemas relacionados a eso. En primer lugar por ejemplo el cuidado de la casa, el cuidado de los hijos, realmente qué tipo de trabajo y cuanto tiempo le dedica a ese trabajo y en qué condiciones está en ese trabajo, es la jefa de alguna empresa o simplemente es una mujer que está trabajando en una gran empresa, hace un papel ridículo pero si es una empresa minera ahí si están pagando bien, entonces todo eso es pues…tal vez analizando, uno diría, uno diría mejor no ganes más, tú haces más labor en la casa, lo que pasa que no es remunerativo pero el valor que tu representas es importante y no me conviene que tú ganes más...” (40-60 años)
Si recordamos el discurso de la igualdad de responsabilidades, propuesto por los hombres con educación básica, así como el de la igualdad de oportunidades” proveniente de los hombres con instrucción superior; resulta muy interesante contrastar las buenas intenciones o convicciones con las expresiones en cuanto a la necesidad de compartir el trabajo doméstico -tradicional e históricamente asignado a las mujeres. Por ejemplo un varón refiere “…Claro porque no…creo que haya una afectación moral hacia un varón que lave plato que planche su ropa...” (20 años). Otro refiere “Sí claro, dentro de lo que yo pienso, yo creo que aunque no es una obligación. No pero de hecho uno de los dos tiene que hacerlo es mi opinión. Y si estás viviendo con alguien no porque sea mujer lo va que tener que hacer todo, va un 50% cada uno...”.
Otro refiere “…Claro que sí porque así como también se va a compartir, si la mujer quiere salir a trabajar, ella también va a trabajar y va a regresar a su casa y lo mismo el hombre, va a hacer también parte domésticas, ella va a ser doble trabajo, entonces el hombre también debería hacer lo mismo…” (49 años)
En cuanto a la valoración del trabajo doméstico por parte de los hombres, fue reconocido fundamentalmente por los adultos jóvenes con instrucción escolar o técnica básica. Aquellos que han experimentado la necesidad de compartir los roles doméstico cuando su pareja (esposa o conviviente) se ha visto obligada a compartir la responsabilidad del sustento de la familia.
Al respecto un participante manifiesta “…Porque el hombre también debe ser hogareño, tiene que apoyar; no solamente es el trabajo en la calle sino en la casa, con los niños y, especialmente, preparar alimentos o incluso lavar la ropa…hay hombres que no les simpatiza quizás son un poco egoístas esas cosas, las mujeres tienen que lavar paltos, la ropa pero pensando la responsabilidad, el hombre debe colaborar en el hogar en los que deberes del hogar 50%...”(53 años).
DISCUSIÓN
Construcción de la Masculinidad:
El contexto histórico está integrado, tanto por los distintos componentes particulares de una sociedad, nación o comunidad, como por las biografías individuales. La masculinidad no sólo varía según la época, sino también según la clase social, la raza y la edad. La construcción de las masculinidades (una de las fuentes de la identidad del varón) es el resultado de formas concretas de organización social y política de las sociedades, las culturas y las comunidades, por lo tanto es histórica y dinámica. (2-9). La construcción del sujeto masculino -concepto que no involucra exclusivamente al sexo masculino ya que, como constructo socio-cultural, tiene variantes-, involucra también al concepto de humanidad, del “ser humano”, y con ello las derivaciones de “el individuo” y de “lo normal”.
José Olavaria (10), por su parte, señala que el ser hombre genera lo que se refiere a la norma, lo que estaría permitido y prohibido; delimita espacios dentro de los cuales se puede (y de alguna manera, debe) mover un hombre, marcando los márgenes conductuales para asegurar su permanencia en “el mundo de los hombres”. Si estos parámetros son trasgredidos, el hombre queda expuesto al rechazo de los otros hombres y mujeres.
La identidad es un concepto teórico que puede ayudar a conocernos, es un modo personal de identificarnos y diferenciarnos de los demás. En el caso de la identidad masculina nos estamos refiriendo inevitablemente al concepto de identidad de género, es decir, a las características adjudicadas a la masculinidad en cierto momento histórico, y geográfico, y en un determinado contexto cultural y social (11).
La identidad es el sistema unitario de representaciones de sí. Elaborada a lo largo de la vida de las personas, es a través de ella que nos reconocemos a nosotros mismos y somos reconocidos por los demás como individuos particulares miembros de categorías sociales distintivas. Es el principio que se refiere al conjunto de características que distinguen la subjetividad del sujeto en relación con el ser y la existencia.
Dentro de este concepto general se encuentra uno más específico: la identidad de género. Fuller (7) sostiene que se trata de la elaboración simbólica que cada cultura construye a partir de la categorización de las personas en diferentes sexos. Dicha codificación implica que nuestro conocimiento sobre el sexo no corresponde exclusivamente a las características anatómicas, sino que el género es el saber que asigna significados a las diferencias corporales. El cuerpo es inseparable de la condición de género y este último es la “esencia misma de la identidad”
Debemos partir por aceptar que el concepto de masculinidad es esencialmente relacional. Según R.W. Conell (12), la masculinidad “existe sólo en contraste con la feminidad”. Una cultura que no trata a las mujeres y a los hombres como portadores de tipos de carácter polarizados; por lo menos en principio, no tiene un concepto de masculinidad en el sentido de la cultura moderna europea/americana., Peter Gay, plantea que en la misma definición del “ser hombre” se verifica la dependencia con la existencia de una mujer débil, necesitada de protección, infeliz y vulnerable (13).
Por consiguiente, asumir el estudio de la masculinidad, bien sea para efectos académicos o para el diseño de políticas o programas estatales o institucionales, implica adoptar posturas igualmente relacionales, sensibles a el cambio histórico y las particularidades de la cultura local, y dotadas de un permanente sentido de (re)construcción.
Sin embargo, la masculinidad es asumida como una condición a conquistar, con mucha dificultad, y no como condición natural derivada de la anatomía del macho en la especie humana. Si bien las mujeres también son obligadas a ser “femeninas”, la condición masculina está siempre en duda, necesita reafirmase social y personalmente con frecuencia (14). Esta definición de virilidad ha sido resumida en cuatro frases breves:
· Nada con asuntos de mujeres!” Uno no debe hacer nunca algo que remotamente sugiera femineidad. La masculinidad es el repudio implacable de lo femenino.
· “Sea el timón principal!”La masculinidad se mide por el poder, el éxito, la riqueza y la posición social. Como lo afirma el dicho común: ”El que al terminar tiene la mayoría de las piezas, gana”.
· Sea fuerte como un roble!. ” La masculinidad depende de mantenerse calmado y confiable en una crisis, la prueba de que se es un hombre consiste en no mostrar nunca emociones. Los muchachos no lloran.
· Mándelos al infierno! ” Exude una aura de osadía varonil y agresividad. Consígalo, arriésguese.
Michael Kimmel (10), plantea que tales acepciones no son otra cosa que la expresión de una determinada forma de construcción de la propia identidad. La virilidad se coloca en posición de dominación y de poder, confrontando las relaciones con “otros, consigo mismo y con el mundo a través de la distancia y la diferenciación por vía negativa (de lo femenino)”. Vale la pena aclarar que esta diferenciación no se da exclusivamente en la subjetividad de los varones, sino dentro de un marco cultural y social de actuación mucho más amplio que legitima la diferencia. En este sentido, el estudio identifica las siguientes expresiones ante la interrogante de cómo sintieron que se hicieron hombres:
Masculinidad Hegemónica:
Resulta pertinente hacer un análisis crítico del concepto de “machismo”. Referido como la versión estereotipada de la masculinidad de los hombres latinoamericanos, se manifiesta a través de la violencia y el dominio sobre las mujeres, la promiscuidad masculina, los hijos con numerosas mujeres, el consumo ilimitado de alcohol, las actitudes temerarias, y su validez dentro de las representaciones sobre masculinidad y las prácticas varoniles en nuestra región (5,8).
El machismo se puede definir como un conjunto de creencias, actitudes y conductas que descansan sobre dos ideas básicas: por un lado, la polarizacion de los sexos (contraposición de lo masculino y lo femenino según la cual no solo son diferentes sino mutuamente excluyentes); y, por otro, la superioridad de lo masculino en las áreas consideradas importantes por los hombres (15).
El machismo no es sólo un atributo personal sino, básicamente, una forma de relacionarse. Castañeda propone que expresa una relación basada en cierto manejo del poder que refleja desigualdades reales en los ámbitos social, económico y político.
La primera identificación de los niños es con los cuerpos masculinos. Este proceso marca su pertenencia al mundo masculino y su necesidad de convertirse y adoptar las actitudes propias de otros cuerpos masculinos. Entonces, es en la observación del cuerpo masculino que descubren su principal característica: la fuerza física y los músculos. El hombre se percibe físicamente más poderoso que las mujeres y las niñas y los niños.
Fuller (8) menciona dos elementos básicos del cuerpo: apariencia y materia. La materia del cuerpo masculino es aquella que está formada por los órganos sexuales (representados por el pene) y la fuerza. Un hombre tiene un cuerpo masculino (definido por el pene) y debe ser “naturalmente” fuerte. Además, tener la posibilidad de controlar más situaciones por medio de esta fuerza; debido a sus características físicas, un hombre se vuelve culturalmente más “poderoso” y superior. Este tipo de pensamientos genera que las masculinidades estén basadas en actitudes de dominio y autoritarismo; por lo tanto, convertirse en un ser masculino se entiende como una característica obligatoria y natural para los hombres. La construcción de masculinidades específicas es un requisito para ser aceptado en el grupo superior masculino y convertirse en un “verdadero hombre”.
Según la Sociedad Limeña, convertirse en un “verdadero hombre” es un proceso desarrollado a lo largo de toda una vida. Hay que alcanzar ciertos niveles de masculinidad para ser considerado un “verdadero hombre” y ser aceptado por la sociedad. En todo salón de clases hay un “lorna” y un “maricón”. Existen pues, dos características principales relacionadas con la “fuerza natural” de los hombres: la virilidad y la hombría. La virilidad está relacionada con los órganos sexuales, el “performance” sexual y la capacidad para atraer mujeres; así pues, con un cuerpo musculoso, vinculado al deporte y las habilidades físicas. La hombría, por su parte, se vincula a la vitalidad (capacidad para trabajar), al respeto y/o admiración por parte de los demás, a la fuerza y el coraje (valentía). Estas dos cualidades, además del interés “natural” por las mujeres, constituyen las características “naturales” de los hombres.
Ahora bien, otro aspecto importante en cuanto a la concepción del “macho” es la relación inmediata entre el ejercicio de la sexualidad y la vivencia de la masculinidad. Se trata prácticamente de un imperativo asumido de manera tácita: el cuerpo del hombre está hecho para penetrar. Esta característica contiene, además, la premisa de la heterosexualidad. En tanto esta se asume como un hecho natural (2,12), es central para la masculinidad hegemónica ejercer la sexualidad con el sexo opuesto. De lo contrario se rompe con una de las premisas básicas sobre la “naturaleza” del varón. El resultado es un modelo de masculinidad hegemónica asociada a la sexualidad, (generalmente promiscua), la heterosexualidad y al control del poder. Como sostienen (12), se aprueba la homofobia y sostiene el sexismo y el heterosexismo.
Sin embargo, los hombres pagan un precio elevado intentando vivir según este modelo de masculinidad. Al reprimir sus sentimientos, generan incertidumbre, frustraciones y afecciones a su propia salud. Según algunos autores, el poder asociado con la masculinidad dominante también puede convertirse en fuente de sufrimiento ya que sus símbolos constituyen ilusiones imposibles de lograr. La violencia y ciertas afecciones físicas y mentales están asociadas a los mandatos de la masculinidad hegemónica. Tanto el alto nivel de violencia como sus diversas consecuencias patologías -especialmente las adicciones- y algunos problemas de salud mental, no son sólo problemas de salud sino indicios del dolor y la tensión que el modelo masculino hegemónico impone a los hombres (16).
Algunos estudios actuales se han centrado en las nuevas formas de masculinidad surgidas como respuesta al modelo hegemónico. Los nuevos paradigmas del ser hombre incorporan la expresión del afecto y la emocionalidad por los varones, la importancia del ocio y la participación en las actividades tradicionalmente consideradas femeninas como la reproducción y el hogar, entre otras (17).
En una sociedad machista como la nuestra, es fácil comprobar que no es necesario ser hombre para ser machista. Muchas mujeres lo son, en una amplia variedad de contextos y roles: madres, hermanas, hijas, amigas, jefas y colegas. Es cierto que todo hombre machista tuvo una madre que lo crió, pero las madres no son las únicas responsables; mujeres en todos los ámbitos promueven y alimental el machismo a lo largo del ciclo vital (18).
Roles de Género:
Se debe tomar en cuenta que los primeros referentes de la humanidad no fueron los hombres, sino las mujeres; no es difícil notar que la mayoría de las sociedades humanas conocidas, del pasado y del presente, son patriarcales.
La mayoría de grupos sociales ha optado por un sistema de organización social en el que el poder (político, económico, religioso y militar) se encuentra -exclusiva o mayoritariamente- a cargo de hombres. Nuestro país no es la excepción, vivimos en una sociedad patriarcal; es decir, dentro de un orden social en el cual suelen ser los hombres (padres, esposos, hermanos, hijos, amigos, etc) quienes dominan.
A pesar de su antigüedad, el patriarcado no ha aumentado la diferencia entre hombres y mujeres o viceversa; ambas identidades son definidas por mutua comparación: cotejo de semejanzas y diferencias. Es a través de la identidad con el sexo que se construye la identidad, pero esto no implica la reducción de las personas a dos únicos modelos: varón y mujer. No debe sorprendernos, sin embargo, que sean las diferencias las que destacan en las relaciones de género; dentro de un orden patriarcal, es común que las diferencias (y no las semejanzas) sean continuamente enfatizadas: esto afirma y reafirma la ideología machista. La naturalidad con las que estas diferencias son tratadas-o impuestas-, es también una estrategia de la ideología dominante. El discurso hegemónico se mantiene en tanto sus mecanismos y dinámicas de poder sean asumidos como, si se tratase de relaciones “naturales”; lo hegemónico se sostiene en la aparente “normalidad” del funcionamiento de las cosas.
Este sistema asigna identidades y define la relación entre los géneros; la identidad a partir de la experiencia vivida, de los roles asignados social y culturalmente. Se constituye mediante representaciones psíquicas inconscientes femeninas/masculinas que envuelven a la persona en una identidad (19).
Sócrates Nolasco (17) registra la conexión entre la construcción de la identidad masculina -como “performance” del varón en los ámbitos del trabajo, la pareja, la familia, con los hijos y amigos- y la tensión que surge al encontrar que no necesariamente coinciden las expectativas y los deseos del hombre con el desempeño socialmente esperado.
CONCLUSIONES
· La definición de la masculinidad, es el ser responsable de la familia, el protector y el proveedor por excelencia. Además se da, la definición biológica-orgánica del hombre en base a la naturaleza de los órganos genitales, justificando la inequidad de género por la diferencia bio-psico social.
· Los entrevistados estuvieron a favor de plantear la necesidad de la igualdad de responsabilidades; eso basado en la frecuente necesidad de compartir el rol proveedor con la pareja y en muchos casos también con los hijos. El discurso de la igualdad de oportunidades alude más bien a la competencia de los hombres y mujeres en el espacio público, laboral y profesional donde, no obstante los progresos, se mantienen todavía grandes inequidades de género.
· El análisis de la masculinidad hegemónica, permitió identificar el discurso común en cuanto a que las masculinidades en nuestro medio están basadas en actitudes de dominio y autoritarismo. Asimismo, la construcción de la identidad masculina, pasa por experiencias de violencia y la obligación de ejercer la sexualidad heterosexual como una característica obligatoria y natural para los hombres.
· La mayor preocupación con respecto al machismo tiene que ver con los roles asignados desde el espacio privado, la reproducción de los estereotipos de género al interior de la familia y la escuela, siendo las mujeres (madres y educadoras) las principales responsables en educar a futuros hombres y mujeres machistas.
· Al analizar los roles de género en el contexto de una sociedad con rasgos patriarcales donde evidentemente es más importante ser hombre que ser mujer, los hombres expresaron su superioridad, en primer lugar, en términos de la fortaleza física, el poder y la superioridad para alcanzar los puestos de mayor jerarquía en el espacio laboral. El análisis del caso en el que la mujer consigue un mejor salario que el hombre, provocó una reacción general de aceptación y conveniencia de todos los hombres entrevistados. Sin embargo surge la reacción de algunos hombres en cuanto a la competencia con las mujeres en el espacio público; la libertad y el poder que otorga el mayor ingreso económico.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Seminario taller: Identidad masculina, sexualidad y salud reproductiva. México, D.F., Mayo 1997.
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[1] Directora de Programas de Inppares
[2] Coordinador del Proyecto MACHO -Inppares
[3] Doctor of Philosophy in Public Health (Ph. D.). U.M. U.S.A. Docente de Postgrado en Salud de la Universidad Nacional Federico Villareal.
[4] Doctor of Philosophy in Public Health (Ph. D.). U.M. U.S.A. Docente de Postgrado en Salud de la Universidad Nacional Federico Villareal.
[5] Maestro en
Políticas Sociales con Mención en Género, Población y Desarrollo, UNMSM. Consultora OPS.
Recibido:
03/04/2009 |
Aceptado: 16/05/2009 |